martes, 7 de marzo de 2017

A propósito del Día Internacional de la Mujer

Por Yenima Díaz Velázquez
En Cuba hay una misteriosa y cómplice relación entre las mujeres y las flores; es algo mágico entre esos preciosos obsequios de la naturaleza y nosotras, que aprovecho para destacar, por la celebración este 8 de marzo del Día Internacional de la Mujer.

Realmente, no sé a qué razón científica obedece. Tal vez sea el hecho de que la mayoría de las cubanas tenemos un jardín, aunque a veces son minúsculos por razones de espacio, y se limita a varias macetas de barro que cuidamos con cariño y orgullo.

También hay lazos por aquello que dicen los hombres, que una fémina embellece con una flor en el pelo, la ropa o la mano, y por el aroma de las flores que siempre perfuma a su alrededor, tal como hacemos nosotras.

Y porque es ese el mejor regalo que pueden hacernos amistades y familiares, además de nuestros enamorados, quienes a veces no conocen el lenguaje de las flores; pero, saben que en ellas va el amor, el aprecio y la admiración y, por tanto, nos dan alegría.

Otro aspecto es que muchas niñas son destinadas, gracias a sus nombres, a estar siempre acompañadas de orquídeas, azucenas, iris, dalias, rosas, acacias, adelfas, margaritas, violetas y muchas otras flores, casi siempre ligadas a lo femenino y lo hermoso.

Por razones científicas o por magia, lo cierto es que la mujeres y las flores estamos muy unidas, como un secreto pacto, que nadie nos impuso y todas hacemos valer.

Unas, por sus variados colores y formas, embellecen el entorno. Las otras, alegramos la vida, sustentamos las familias y garantizamos el futuro