lunes, 9 de noviembre de 2009

De tal palo, tal astilla.

Muchas son los ejemplos de familias en Las Tunas que sus miembros tienen una misma vocación hacia una profesión u oficio.
En la mía, por parte de los Higuera, se da la coincidencia de que mi abuelo fue cerrajero, luego dos de mis tíos aprendieron y se desempeñaron en los asuntos de moldear llaves para candados y llavines, sacarles copias y de vez en cuando arreglar algún picaporte. En la actualidad dos de mis primos han continuado esta tradición familiar y quizás en el futuro sean sus hijos o los míos quienes lo hagan.
Por su parte, Los Márquez tienen sobradas dotes musicales. Cristino Márquez, Basilio…
La familia López Proenza, es otro ejemplo. El tejido artesanal en fibras deviene una herencia que se revela desde la época de sus abuelos y en la actualidad además del matrimonio que conforman Elio López Rodríguez y Mayra Proenza Gámez, también se ha sumado su hijo Lázaro Elio López Proenza.
En el mundo del béisbol, un deporte que centra las atenciones por estos días en nuestro país, sobresale la familia de los Urrutia, encabezada por Ermidelio, quien dio mucho de que hablar a la afición y mucho que hacer a sus contrarios cuando era un jugador en activo con una excelente trayectoria como pelotero. Ahora dirige el equipo provincial de Las Tunas y su pueblo lo aclama como Don Ermidelio Urrutia. Y qué decir de su primo, El Señor de los 400 Osmani Urrutia, una verdadera gloria del deporte en Las Tunas y en Cuba, con marcas para respetar en cualquier época de la historia beisbolera. Ahora sigue la vocación familiar Henry Urrutia, el mayor de los hijos de Ermidelio, muy joven; pero ya una promesa con resultados muy alentadores en los inicios de esta serie nacional.
En el propio equipo tunero despuntan otros consanguíneos: Los hermanos Yosvanis y Yordanis Alarcón Tardío, sin dudas, un par de muchachos que ya son orgullo para sus padres y coterráneos.
En cada una de estas familias, como en tantas más, tal vez se cumple la sabiduría popular de nuestros abuelos cuando nos alertan de que hijo de majá sale pinto o como buen descendiente de gato tienen irremediablemente que cazar ratones.
Yo lo resumo con la idea: el que siembra recoge, y si de buenos ejemplos en la familia e inculcar amor por lo que hacemos se trata, entonces no cabe más que enunciar una frase no menos peculiar: de tal palo, tal astilla.

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